Tetraciclinas: no solo dañan a las bacterias
Date
2024-12-03
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Benemérita Universidad Autónoma de Puebla
Abstract
Las tetraciclinas fueron descubiertas a inicios de 1940 y son conocidas como agentes bacteriostáticos por su actividad antimicrobiana al inhibir la síntesis de proteínas del receptor [1, 2]. Su mecanismo de acción inicia al atravesar la membrana externa de la bacteria hospedadora mediante difusión pasiva con el fin de llegar al citoplasma donde se unirá al ribosoma inhibiendo la síntesis de proteínas evitando la unión del sitio aminoacil del ARNt a la unidad 30S del ribosoma [3].
Este grupo de medicamentos incluye tanto productos naturales (primera generación: clortetraciclina y oxitetraciclina) como versiones semisintéticas [4]. Varios estudios han demostrado que los productos farmacéuticos en el entorno acuático pueden afectar a los organismos, causando toxicidad, genotoxicidad, alteración de procesos endócrinos y desarrollo de resistencia a patógenos; principalmente los productos naturales son los que llegan a causar más problemas en la salud.
En particular, estudios específicos sobre la tetraciclina indican que es un compuesto altamente persistente que puede acumularse en suelos [5] y su uso desmedido puede causar biomagnificación [6]. Además de su desecho constante a cuerpos de agua, suelo y sedimento, puede provocar alergias en los consumidores, lesiones orgánicas y toxicidad crónica [3, 7], y las dosis altas producen acumulación de residuos en los tejidos.
A la fecha, la administración en humanos es diferencial: las tetraciclinas de primera generación requieren de una dosis mayor (resistencia por bacterias) a comparación de las 6-desoxitetraciclinas (de segunda generación: metaciclina, sanciclina y doxiciclina) dada su estabilidad y el alargamiento de su semivida [3, 8, 9]. Sin embargo, aún con las dosis establecidas, existen grupos con contraindicaciones: por insuficiencia renal y toxicidad hepática en mujeres embarazadas (riesgo para el feto); en los niños solo se recomienda en casos de hipoplasia del esmalte dental y decoloración permanente de los dientes [3, 10, 11].
Es por ello que la FAO (Food and Agriculture Organization) establece ciertos rangos de IDA (Ingesta Diaria Admisible) en animales, así como LMR (Límites Máximos de Residuos en μg/kg) que son variables para diferentes animales (así como en sus tejidos) destinados a consumo humano [12]. A su vez, dependiendo del uso que se les dé a las tetraciclinas, la FDA (Food and Drug Administration) establece ciertas dosis: ya sea como agente terapéutico, tratamiento de enfermedades o como promotor de crecimiento [13].
Algunas acciones preventivas ante esta acumulación son: no tomar antibióticos a base de tetraciclinas junto con anticonceptivos hormonales, anestésicos fluorados, alcohol etílico o penicilinas; administrarse por periodos no muy prolongados y con dosis adecuadas; fomentar la creación de normas de regulación de antibióticos en todas las áreas y el consumo humano [3, 14]. Para minimizar el riesgo de crear resistencia microbiana, en lugar de administrar antibióticos en las industrias del sector secundario (se puede mejorar la higiene, usar vacunas preventivas, entre otros), es necesario sustituirlos con el uso de probióticos, fitoproductos, péptidos antimicrobianos y dar un tratamiento adecuado de aguas residuales [15]. Los lugares adecuados de desecho de tetraciclinas y los antibióticos en general son en la basura o depósitos en farmacias, hospitales, clínicas y tiendas de autoservicio [3, 14].
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