- Browse by Author
Teis de Maestría
Permanent URI for this collection
Browse
Browsing Teis de Maestría by Author "Diaz Sierra, Ayda Constanza"
Now showing 1 - 1 of 1
Results Per Page
Sort Options
Tesis de maestría Responsabilidad ambiental en las instituciones publicas caso: La BUAP(Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, 2003) Diaz Sierra, Ayda Constanza; Perez Mendoza, Salvador; Almeyra Casares, GuillermoEn la década de los sesenta el hombre de esta civilización remonta el espacio. El 20 de Julio del año 1969 pisa la luna y contempla, suspendida en el universo oscuro e infinito, a la Tierra, la griega Gaia, pudiendo observar el por qué los focos rojos advierten del peligro en que se halla su vida finita y frágil. Hasta hoy la Tierra constituye la única pieza sideral con caracteristicas que albergan y permiten el tipo de vida que cientificamente conocemos. En las tres últimas décadas ciencia y tecnologia han desarrollado sofisticados métodos para escudriñarla y recorrerla, no sólo en la superficie sino en sus entrañas, como a sujeto de sospecha se le observa a cada instante con el fin de predecirla mediante rigurosos modelos de tablas y tiempos que buscan diseñar su futuro, sin lograr cambiar el panorama ambiental que en los albores del siglo XXI se presenta aterrador para la civilización y el planeta mismos. A la puerta de la era nanotecnológica, en el entorno natural se prevé, a corto plazo, enfrentamientos por escasez del agua, mayor amenaza de la biodiversidad frente a la desertización¹ en escalada por razones antropogénicas, la contaminación oceánica sin precedentes por el agotamiento causa de la sobreexplotación y los derrames de tóxicos, así como la destrucción de la capa de ozono y el cambio climático que año con año tornan más distante la posibilidad de reconstruir el pavoroso daño que la revolución industrial ha engendrado. En lo social, los tremendos desequilibrios demográficos y económicos entre los bloques regionales agudizan las migraciones masivas, crece exponencialmente el abandono del campo mientras la pulverización de las conquistas laborales aumenta el desempleo; el fenómeno de hacinamiento derivado de los cinturones de miseria en la periferia de las urbes precariza la vida con el aumento de enfermedades de nuevo cuño como el estrés y en el sector más vulnerable se observa una elevada reincidencia de enfermedades respiratorias y alérgicas, cardiovasculares y psicosociales. El entorno político no es menos preocupante; el resurgimiento del nacionalismo a ultranza levanta muros legaloides provocando que jóvenes sin futuro arriesguen y muchos pierdan la vida, todos los días, metidos en pateras suicidas mientras pueblos enteros son desplazados de sus tierras, culturas, historia y derechos. La regionalización económica de una quinta parte de la humanidad se constituye poseedora del derecho a vivir a costa de las cuatro restantes. Sin precedentes en la historia, un Estado hegemónico, cueva de ladrones empresarios, se adjudica el derecho moral de indiciar al malo, sin pruebas, para satisfacer la codicia y así poder hacerse de sus recursos naturales; la desnutrición no hace diferencia entre la muerte de los niños por obesidad o por inanición y sed. A mediados de la década de los sesenta de todos los rincones de la tierra surgieron voces que advertían que el deterioro progresivo del medio ambiente obedecía al modelo de desarrollo imperante, basado en el crecimiento sin límites, y a partir de entonces todos los campos del pensamiento y del conocimiento intentan aportar alternativas tendientes al rediseño de un modelo equilibrado y respetuoso del medio ambiente para el hombre, en tiempo y espacio, asumiendo principios sociales fundamentales para la sustentabilidad. Éste requiere un basamento de durabilidad, redistribución, eficiencia, equidad, suficiencia y solidaridad. En este proceso de búsqueda alternativa, la universidad ha desempeñado un papel preponderante, no sólo en el campo de la investigación y de la ciencia sino como generadora de corrientes de pensamiento que inciden en la toma de conciencia y en el desarrollo de sociedades responsables frente a un presente sobre el que, forzosamente, se diseña el devenir de las futuras generaciones. Contrario a la predicción que las ciencias naturales ceñidas al rigor de la investigación permiten, las sociales quedan sujetas a las conductas humanas tangenciadas por la razón y la voluntad. Esta realidad hace posible que mediante diferentes estrategias educativas se pueda contribuir a la remisión del daño, imbricando las políticas públicas ambientales a fin de remitir la loca carrera de destrucción planetaria. La etapa de arranque se caracterizó por la investigación de formas que armonizaran al hombre con el medio ambiente natural, pero en el camino la percepción de la crisis se ha venido modificando para interesarse en diseños integrales que incluyan valores solidarios, conductas sociales y hábitos razonados e internalizados. Esta inclusión de factores se refuerza en los noventa cuando en la Cumbre de Rio se plantea la Agenda 21 renovando y reforzando, a la vez, lo acordado en Tbilisi, Moscú y Estocolmo, entre muchos más esfuerzos en esa dirección, haciendo un llamamiento a Instituciones, Administraciones y Gobiernos a fin de aplicar, en sus respectivos ámbitos, estrategias integrales orientadas a un desarrollo sustentable. Cuando los Gobiernos y Centros de Educación Superior reconocen la complejidad inherente a la interacción de los procesos biofísicos y socioeconómicos, la educación ambiental que genera responsabilidad y conciencia cobra el lugar que debía haber tenido desde mucho antes dando paso a iniciativas para la conformación de centros interdisciplinarios que generen un recurso humano ad hoc capaz de visualizar, para la búsqueda de soluciones, el amplio espectro que el asunto exige. En Estados Unidos, Canadá y algunos países europeos se establecen fondos especiales, adicionales a los ya existentes, destinados a la formación de personal especializado en la impartición de materias como ecología y medio ambiente que se integran a la currícula de las universidades. Se firman acuerdos de colaboración entre Gobiernos y Universidades para que éstas promuevan, intensamente, las carreras que directamente inciden en las políticas públicas ambientales; la industria, más por presión que por convencimiento, se une a estos convenios dando gran impulso a la investigación biotecnológica, hasta hacía poco privativa de centros elite, para dar paso a que toda institución de educación superior determinante en la nueva cultura, se integre al proceso irreversible en la toma de conciencia reorientada a la optimización del ambiente social, político y económico de las comunidades humanas presentes y futuras.